Es una casa
centenaria, con techos de teja y suelos de madera. Tiene un jardín central con un gran árbol que
da sombra a todo el patio. Las ventanas,
con la parte interna redondeada, donde en tiempos antiguos solían sentarse a
observar el exterior.
Al entrar en
la casa, sus maderas crujen y todas las estancias hablan de vivencias pasadas a
través de dos generaciones.
En la
habitación principal, el silencio nos conduce a percibir olores, sentimientos,
sensaciones… Sobre todo, la alegría de
las risas de muchos niños que corretearon por este patio, hoy en silencio.
Evocador relato, impregnado de dulzura, fiel a tu estilo. Sensitivo, nos conduce de la mano por esa casa que, en silencio, parece hablar. Me gustó mucho.
ResponderEliminarQuiero felicitarte por este precioso relato. Describes perfectamente cada rincón de la casona de tus antepasados me parece estar viéndolos, como si los hubiera conocido. Un beso
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