Esa mañana, Sara salió de su casa muy ilusionada. Por fin, después de muchos esfuerzos, había
conseguido irse de viaje unos días para desconectar de toda la presión que
sufría últimamente en el ámbito familiar y en el trabajo, también.
A pesar de la maleta y el gran bolso que llevaba,
caminaba deprisa para no perder el tren.
Por fin llegó y pudo instalarse cómodamente en un buen vagón. Respiró, contemplando el paisaje a través de
la ventana y, acto seguido, abrió el bolso, sacó un libro y se dispuso a leer.
La novela comenzaba así: “Vio como entraba en el vagón un extraño
hombre con gabardina y sombrero negros…”.
Terminando de leer estas primeras líneas, alguien entró y dio los buenos
días. Sara levantó la cabeza con
intención de contestar el saludo pero, enmudeció y se quedó completamente
inmóvil cuando vio que la persona que había entrado tenía las mismas
características que el personaje del libro que ella había empezado a leer. Aquel extraño personaje no hacía sino mirarla
fijamente y el hecho de que no hubiese nadie más en el vagón, la sobrecogió y,
aunque deseaba hacerlo, no fue capaz de levantarse y salir corriendo.
Intento seguir la lectura pero en el momento en que
bajó la mirada, ya lo tenía sentado a su lado.
Sara cerró el libro y lo guardó enseguida para que no pudiese ver el
título.
El hombre, ajeno a lo que ella estaba sufriendo, sacó
del bolsillo una novela del oeste y se puso a leer.
La casualidad y la imaginación desbordada quiso que
Sara empezara su viaje muy aburrida, sin poder leer y sin hablar con nadie.
Hábil resolución la tuya, para una propuesta que, a priori, resultaba un tanto difícil. Como su título, tu imaginación ha hecho de las suyas y lo ha hecho muy bien.
ResponderEliminar¡Eres increíble! cada semana te superas más y más, no se a donde vas a llegar. Me das envidia sana, si es que de verdad existe. Cariñosamente Mary
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