Para mí, el
reloj es un enemigo porque las horas pasan muy rápido, demasiado veloces para
mi gusto. Además, yo siempre llego a los
sitios muy pronto, por miedo a que se me haga tarde. Por eso siempre estoy acelerada.
Pero el
tiempo, majadero, otras veces no corre lo que yo quisiera. Esto ocurrió, por ejemplo, en mi primer
parto. Estuve esperando veinticuatro
horas la llegada de mi primogénito. La
comadrona me decía:
-Tienes una
circunferencia como la de una peseta y se tiene que poner como la de un duro.
Así que, no
tuve más remedio que esperar, entre dolores, a que esto ocurriera.
Sí,
definitivamente el reloj es un enemigo muy particular. A ver si el final llega a su hora; ruego que
no me tenga esperando con prórroga.
Breve pero intensa chispa la de este relato que lleva el sello personal que caracteriza a todos tus escritos; la habilidad para llevar a tu terreno cualquier historia.
ResponderEliminarCaigo siempre en lo mismo. Que tienes gracia para dar y regalar. Tanto a lo trágico como a lo cómico le das un aire especial, el tuyo, que es inimitable.
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