No sé cómo
llegó a mi mente este recuerdo pero, se hace tan real que parece como si lo
estuviera viviendo justo en este momento.
Yo tenía
siete u ocho años y vivíamos en el barrio Duggi. En la casa de al lado estaban mis padrinos
pero, en realidad parecía una sola casa pues éramos todos como una gran
familia. Mi padrino era sastre, aunque a
principios de la década de los cincuenta del siglo pasado no había mucho
trabajo; estábamos en plena posguerra y era época de escasez en la que todas
las familias atravesaban malos momentos.
A pesar de mi corta edad, yo escuchaba todos los comentarios y las
conversaciones entre mi padre y mi padrino, referentes al poco trabajo, la
guerra, los políticos o cualquier otro tema.
En mis casa se hablaba mucho siempre, se escuchaban todas las noticias,
sobre todo Radio Independiente. Lo
ponían muy bajito porque al otro lado vivía un comisario de policía y en ese
tiempo estaba prohibida esa emisora.
Ese año, en
la víspera de Reyes, mi madrina me dijo muy triste:
-Elvira, los
Reyes este año no pueden dejar gran cosa.
No será como en años anteriores porque están pobres y seguramente no
encontrarás nada debajo de la ventana.
La ventana era el sitio donde Los Reyes
descargaban los regalos.
Por fin
llegó el día y con los ojos apretados me dirigí a la sala para ver si
finalmente me habían dejado algo. Al
abrirlos, me encontré con mi regalo y grite:
-¡Abuela,
abuela! ¡Hay regalo, hay regalo!
Eran unas
bonitas cholas de levantar de color rojo y dos naranjas. Eso sí, las naranjas eran de ombligo. Enseguida corrí a casa de mis padrinos y
debajo de la ventana encontré una pequeña y bonita muñeca. Los Reyes no habían sido abundantes pero,
despertaron en mi tanto agradecimiento hacia mis mayores que, a pesar de no
comprender quienes eran los verdaderos Reyes, intuía que mi familia había hecho
un gran sacrificio para que yo tuviera esos regalos. Esos por los que hoy recuerdo ese día como mi
mejor Día de Reyes.
Conmovedora historia ante la cual uno no puede dejar de emocionarse, tal vez por verse reflejado de alguna manera en ella. No cabe duda de que las historias contadas con el corazón, desde la sencillez, la autenticidad y la transparencia, llegan con facilidad al sentimiento del lector.
ResponderEliminarSIGO TUS RELATOS CON INTERÉS,TODOS ME HAN TOCADO EL CORAZÓN, PERO, ESTE EN PARTICULAR ME HA EMOCIONADO, SIENTO QUE AL ESCRIBIRLO HAS DEJADO ALGO DE TU SER, LO QUE ME PARECE MUY EMOTIVO.
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