Una noche, años antes de casarme y aún sin conocer al
que hoy es mi marido, soñé que estaba embarazada y tenía un niño. Fue tan real la visión de aquel instante que,
dentro del sueño, yo pensaba ¡cómo iba a ser madre si todavía no tengo pareja!.
Pasados los años, me casé y algo después, mi embarazo
nos llenó de alegría porque fue un niño muy deseado. Nos invadía la ilusión y el deseo de que todo
saliera bien. La primera ecografía que me hicieron fue muy emocionante;
recuerdo que el niño tenía un dedo en la boca.
El médico nos dijo que, o era una niña o un niño muy vergonzoso. No había forma de ver el sexo y, aunque no se
pudiera constatar, yo estaba segura de que era un niño, mi hijo, y hablaba a
diario con él.
El día de su nacimiento fue el más feliz y también
el día en que se pudo certificar, con absoluta certeza, que yo tenía razón.
Bonitos recuerdos; entrañables, emocionados y emocionantes. Un regalo precioso para ese hijo, presentido como tal, por ese amor inconmensurable de su madre.
ResponderEliminarQUE BIEN QUEDA PLASMADO ESE AMOR DE MADRE, TAN GRANDE, QUE JAMÁS FINALIZARÁ.
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