Tras su divorcio, Mario decidió que era hora de buscar
otro estilo de vida, para vivir nuevas experiencias.
Después de jubilarse y al no tener hijos, cuenta con
mucho tiempo libre. Mario es alegre, muy
sociable y cree que ha llegado el momento de romper con su pasado. Necesita nuevas amistades.
Ha intentado conocer a otras personas por medio de
internet y… ¡lo ha conseguido!.
Se comunica con una internauta, su nombre es
Trinidad. Según le ha contado ella,
tiene dos hijos y lleva dos años de viudez.
Su profesión es la de escritora.
Pero todo eso no es lo que preocupa a Mario. Los dos están de acuerdo en conocerse
personalmente. El inconveniente es que
Trinidad vive allende los mares y Mario no es nada marinero.
Como ella no puede trasladarse, ha insistido en que sea
ella quien vaya a visitarle.
Todas las tardes, Mario acude al puerto para reflexionar
sobre su viaje. La brisa del mar
refresca su mente porque el mar es relajante, inmenso y, a pesar de todo,
siente pavor por tener que cruzar el charco.
Los días transcurren y, como de costumbre, Mario camina
pausadamente, llega al puerto y dirige sus ojos al mar. Hoy se siente más ilusionado; comprende que
no puede seguir de esa manera. Es hora
de descubrir mis verdaderos sentimientos, se dice. Además, Trinidad va a creer
que soy un cobarde. No es que tengamos
una gran relación pero nuestros caracteres son muy parecidos y coincidimos en
nuestros gustos. Sí, venceré a mis
temores, organizaré el viaje. Los barcos
de hoy en día son seguros, se repite. Tengo
que demostrar que soy un hombre valiente y decidido.
Sí, no cabía duda de que había llegado el momento.
Dolores, tus progresos me producen orgullo, y leer lo que escribes, plena satisfacción. Una historia la tuya, de trama muy actual, desde luego; esos amores internaúticos están en boga.
ResponderEliminarSOY FIEL A TUS ESCRITOS Y CADA DÍA ME INTERESAN MÁS. SABES EXPLICAR LOS HECHOS CON MUCHA NITIDEZ Y, AL LEERLOS SE PUEDEN IMAGINAR, COMO SE SE ESTUVIERAN VIENDO.
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