Un día, mientras estaba paseando a su perro, Nuria
escuchó la voz de un chico que la llamaba por su nombre. Ella giró la cabeza para ver quién era y fue
una desagradable sorpresa descubrir que se trataba del latoso Sergio, un amigo
al que conocía desde la época de parvulitos.
-Ya está aquí este pesado –pensó Nuria– ahora
va a contarme un montón de mentiras y, como siempre, va a pensar que yo me las
creo, ¡cómo si no lo conociera!.
Efectivamente, Sergio comenzó a contarle que
había ido a un crucero por el Caribe y que había conocido a una chica
guapísima, hija de un banquero muy conocido que tenía una mansión a las afueras
de Londres. Él mismo le había invitado a
pasar el fin de semana.
Mientras Sergio empataba una mentira con otra,
Nuria pensaba en la imaginación que tenía su amigo para inventar todas aquellas
historias; la fantasía de siempre, nunca la había perdido. ¡Pero si lo vimos en
una playa de Valencia y estaba solo!.
-He pasado unas vacaciones de película, ¿te has
dado cuenta? ¿no? –siguió diciendo él, pero esta vez Nuria no estaba dispuesta
a quedarse callada.
-Sí-dijo ella– y ahora me cuentas una de
piratas.
¡Bien por Nuria y bien por Naty (la autora)! ¡Qué simpática historia y qué bien contada!
ResponderEliminarCuántos Sergios como éste nos encontramos a veces por ahí. La próxima vez igual tomamos el ejemplo de Nuria, ¿verdad?
BONITA HISTORIA. EXISTEN MUCHOS "FANTASMAS" A QUIENES DEBEMOS DECIRLE QUE NOS CUENTEN UNA DE PIRATAS,A VER SI ASÍ APRENDEN A BAJAR DE LAS NUBES.
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