Incluso antes de nacer, ya tenemos a alguien que vela por
nosotros. Llegamos a este mundo
desnudos, desprotegidos y, casi desvalidos,
si no fuera por nuestros padres que están ahí para cuidarnos.
Cuando somos bebés, nos ponen resguardos, medallitas,
manitas negras… y demás cosas para protegernos; todo es poco para preservar al
ser que más quieres en este mundo.
Ya de niños, nos enseñan a rezarle a los angelitos para que
nos cuiden, nos guarden y aprendes a saber que por muy solo que te sientas, ellos
siempre estarán ahí y nunca nos fallarán.
Ahora, de mayor, sé que algo hay. No sé cómo describirlo pero, nunca estoy
sola. Serán espíritus, serán ángeles
guardianes o como queramos llamarlos, pero cuando los necesito en mis
desesperanzas y ruegos, sé que alguien intercede por mí.
Quizá sea mi propia ignorancia o mis ganas de creer pero, sé
que hay algo ahí afuera que nos cuida y nos protege.
Nadie debería cuestionar la fe y las creencias del otro, así que la palabra ignorancia tratándose de convicciones como éstas, no cabe. Son buena compañía estos espíritus buenos, sin duda, porque te aportan consuelo y esperanza.
ResponderEliminarSIEMPRE IMPREGNAS TUS ESCRITOS DE ALGO PERSONAL, ESO ES MUY VALIOSO. SENTIRNOS PROTEGIDOS NOS INFUNDE CONFIANZA. HASTA EL MIÉRCOLES.
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