Aunque parezca ficción, este relato es real y me sucedió en la
época en que vivía en otro país. Tenía
un niño que era para todos el consentido de la familia. Un año, cuando se acercaban las Navidades, le
tenía un juguete como primera sorpresa a mi hijo; una estación de servicio muy
bonita para la época que, como era y sigue siendo habitual en Venezuela, iba a
ser entregado por Papá Noel.
Llegó el día veinticuatro de diciembre. Era tradición que esa noche nos reuniéramos
todos para darnos los regalos. Como
nuestra familia era grande y yo tenía otros juguetes, me olvidé poner cerca del
árbol el juguete sorpresa. Cuando me
acordé, al día siguiente de mi olvido, no sabía como arreglarlo. Caí en cuenta de que aquí en nuestra tierra,
los regalos los traían Los Reyes Magos.
Entonces, decidí entregarle a mi hijo el regalo sorpresa, explicándole
que su abuelo de Canarias le había
enviado por correo el regalo que los Reyes habían dejado para él en Tenerife y
así fue como solucioné el problema del regalo olvidado.
Excelente solución. Muchos emigrantes vivimos la mezcla de tradiciones que, sin duda, enriquecieron aun más la celebración de estas fiestas tan entrañables y familiares.
ResponderEliminarTú, solucionaste el regalo con muy buen criterio, tu hijo, seguro que disfrutó dos veces la navidad. Hasta pronto
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