martes, 19 de febrero de 2013

CARNAVAL, CARNAVAL de Mary Rancel





Marta siempre pensó que aquello era fácil, hasta esa tarde.  El hecho no es reciente, han transcurrido tres lustros desde ello.
Marta tenía entonces seis años y ese año fue candidata a reina infantil en los carnavales.  Estaba muy ilusionada, sobre todo porque le decían que el traje que iba a lucir era precioso y que ella iba a estar guapísima con él.
Por fin, llegó el día tan esperado.  Le pusieron unas mallas doradas cubriendo su cuerpecito y ella sólo preguntaba que cuándo le pondrían su bonito vestido.  Le contestaron que cuando fuera a salir al escenario, que el nombre de su fantasía era “Hija del Sol” y que era verdaderamente bello. 
En el sorteo, le tocó salir en primer lugar y Marta estaba muy nerviosa.  Unos minutos antes de que tuviera que hacer su aparición en público, la metieron dentro de su fantasía, sujetándosela a la cintura con un arnés.  La niña, incrédula, se miró, protestando inmediatamente.
-¡Quiero que me pongan mi precioso traje, yo no quiero tirar de esta carroza, no soy ningún caballo, soy una niña!
Por mucho que se le explicó que aquel era su maravilloso vestido, Marta no lo comprendió.  Se puso a llorar, desconsolada y no paraba de exteriorizar su desencanto entre sollozos.
-Quiero vestirme de princesa y salir a la calle, jugar con mis amigas  y divertirme.  También quiero ir a la feria y montarme en los cochitos locos y en el ratón juguetón, y comer algodón dulce y una manzana caramelizada. ¡Eso es lo que quiero!  No arrastraré del sol, ni la luna, ni las nubes, ni las estrellas, eso es de mayores, yo soy pequeña.
La cría se negó rotundamente a salir al escenario.
Pasado el tiempo, Marta sigue pensando que no es fácil presentarse ante un público para ser observada por miles de ojos críticos, pero que vale la pena.  Es nuestro carnaval; ¡el mejor de Europa!.


2 comentarios:

  1. Aunque resulte contradictorio, no puedo dejar de comprender a las dos Martas: a la niña que deseaba disfrutar del carnaval como lo que era, una niña, y también a la Marta adulta, que vencido ya su miedo escénico, se enfrenta al público, al Carnaval y a la vida, segura y sin cortapisas.

    ResponderEliminar
  2. El tiempo nos hace madurar y ver las cosas de diferente forma. El carnaval es para disfrutarlo y pasarlo lo mejor posible. De joven me entusiasmaba y participaba activamente de la fiesta, ahora me gusta verlo y admiro las obras de arte. ¡Que viva nuestro carnaval!

    ResponderEliminar