Marta siempre pensó que aquello era fácil, hasta esa
tarde. El hecho no es reciente, han
transcurrido tres lustros desde ello.
Marta tenía entonces seis años y ese año fue candidata a
reina infantil en los carnavales. Estaba
muy ilusionada, sobre todo porque le decían que el traje que iba a lucir era
precioso y que ella iba a estar guapísima con él.
Por fin, llegó el día tan esperado. Le pusieron unas mallas doradas cubriendo su
cuerpecito y ella sólo preguntaba que cuándo le pondrían su bonito
vestido. Le contestaron que cuando fuera
a salir al escenario, que el nombre de su fantasía era “Hija del Sol” y que era
verdaderamente bello.
En el sorteo, le tocó salir en primer lugar y Marta estaba
muy nerviosa. Unos minutos antes de que
tuviera que hacer su aparición en público, la metieron dentro de su fantasía,
sujetándosela a la cintura con un arnés.
La niña, incrédula, se miró, protestando inmediatamente.
-¡Quiero que me pongan mi precioso traje, yo no quiero tirar
de esta carroza, no soy ningún caballo, soy una niña!
Por mucho que se le explicó que aquel era su maravilloso
vestido, Marta no lo comprendió. Se puso
a llorar, desconsolada y no paraba de exteriorizar su desencanto entre
sollozos.
-Quiero vestirme de princesa y salir a la calle, jugar con
mis amigas y divertirme. También quiero ir a la feria y montarme en
los cochitos locos y en el ratón juguetón, y comer algodón dulce y una manzana
caramelizada. ¡Eso es lo que quiero! No
arrastraré del sol, ni la luna, ni las nubes, ni las estrellas, eso es de
mayores, yo soy pequeña.
La cría se negó rotundamente a salir al escenario.
Pasado el tiempo, Marta sigue pensando que no es fácil
presentarse ante un público para ser observada por miles de ojos críticos, pero
que vale la pena. Es nuestro carnaval;
¡el mejor de Europa!.
Aunque resulte contradictorio, no puedo dejar de comprender a las dos Martas: a la niña que deseaba disfrutar del carnaval como lo que era, una niña, y también a la Marta adulta, que vencido ya su miedo escénico, se enfrenta al público, al Carnaval y a la vida, segura y sin cortapisas.
ResponderEliminarEl tiempo nos hace madurar y ver las cosas de diferente forma. El carnaval es para disfrutarlo y pasarlo lo mejor posible. De joven me entusiasmaba y participaba activamente de la fiesta, ahora me gusta verlo y admiro las obras de arte. ¡Que viva nuestro carnaval!
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