Uno de los carnavales de los que más recuerdos tengo es el
que pasé en el pueblo donde vivía una de mis hermanas, en el norte de la
isla. Después de que ella se casó, me
fui a pasar una temporada en su casa, para ayudarle con su niño pequeño.
Un martes de carnaval, una cuñada de mi hermana, me dice
-Luisa, baja que vamos a disfrazarnos con la ropa que trajo
mi madre de Cuba.
Las dos éramos más o menos de la misma edad; unos dieciocho
años.
Cuando abrió el baúl lleno de trajes antiguos preciosos, le
dije:
-Elisa, ¿de dónde sacó tu madre esa ropa tan bonita?
Entonces, ella me contó que su padre fue durante mucho tiempo,
mayordomo de una familia riquísima y los trajes que la señora ya no usaba, se
los regalaba a su madre.
Las dos estábamos tan guapas con aquellos trajes de dama de
los años veinte que la gente, al vernos, se quedaba con la boca abierta. Llevábamos incluso pieles de zorro encima y
sombreros de plumas y flores, ¡una maravilla!
Lo pasamos de miedo bailando en el casino, con la orquesta
Nicanrandy.
Trajes de los 20 en un carnaval inolvidable de los 60. Un presente que habla de un pasado y que se cuenta desde el futuro que es este taller de los miércoles, asomado a la ventana de nuestro querido blog de Las flores del Teide, por obra y gracia de la palabra escrita. ¡Qué bueno!
ResponderEliminarOtro más de tus bonitos recuerdos. Me puedo imaginar lo divertido que pudo ser ese carnaval. Un abrazo.
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