Marta siempre pensó que aquello era fácil, hasta esa
tarde. Recuerdo que invité a mi amiga a
pasar los carnavales en mi casa, aprovechando que venía con unas amigas
comunes.
Fueron a dar un paseo por ahí, como es habitual entre la
juventud, formaron su pandilla y ¡a volar!... Pero Martha ignoraba el ambiente
que iba a encontrar y entonces descubrió que no era tan fácil. Nada más llegar, se encontraron que la
pandilla bebía y bebía, mientras bailaban dando gritos: ¡qué desilusión!. Intentaron desaparecer, pero los chicos las
seguían, así que finalmente… ellas terminaron haciendo igual.
Ese fue el principio de los
problemas en su matrimonio. Claro, he olvidado decir que Marta era casada y tenía
tres hijos. En medio de la crisis
matrimonial y en un momento de arrebato contra su marido, ella cogió la maleta
y se fue de casa. Su marido la buscó sin
descanso hasta que la halló. Con mucho
cariño la convenció de volver a casa recordándole que aquel era el sitio donde
tenía que estar; con su familia. Él, con
su paciencia, le dio una buena lección y
ella, aunque ya tenía una relación con otro, regresó junto a él y no volvió a
hacer más disparates. Hoy, pese aquella
noche loca de carnaval donde empezó todo, viven en gracia de Dios.
Don Carnal haciendo de las suyas! Con el sentido común disfrazado, para algunos debe ser fácil olvidarse de lo que importa.
ResponderEliminarCosas y casos del carnaval. Tu relato muy interesante.
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