Una amiga
que conocí en mi adolescencia me contó, en cierta ocasión, que ella de chica –tendría
unos diez u once años –se quedaba al cuidado de su hermana pequeña para que su
madre pudiera salir a trabajar. La buena
señora, antes de marchar a la faena, dejaba hecha la comida para la
familia. Para la hija pequeña, disponía
dos biberones de leche de vaca y le daba instrucciones a su hija mayor –mi amiga
–para que se los diera a la hora que le correspondía cada uno y la forma de
calentarlos al baño María. Al principio,
todo fue bien pero, a los pocos días, era mi amiga quien se tomaba los
biberones, sentada tras la puerta de la calle.
Dejaba un poquito de leche para su hermana que, aumentaba con agua, y
eso era lo que tomaba la pequeña.
Como es de
suponer, la niña estaba cada vez más delgadita y con aspecto enfermizo. La madre optó por llevarla al médico y éste
la mandó ingresar en el Hospitalito de Niños.
Allí le hicieron una analítica que determinó que tenía anemia. Mi amiga, arrepentida, contó a su madre lo
que hacía en su ausencia con los biberones de la cría. Por poco la mata, pero no llegó la sangre al
río. La pequeña se recuperó y todo quedó
en una anécdota.
Después del
incidente, mi amiga volvió a ser escolarizada y su madre –que no podía dejar de
trabajar –llevaba a la pequeña con ella.
Este relato bien puede servir como ejemplo de los avatares a los que se tenían que enfrentar las mujeres de otros tiempos; las trabajadoras se veían obligadas a delegar en sus hijas el cuidado de los hermanos pequeños, en detrimento de su educación escolar, y las hijas mayores a verse bajo el peso de una responsabilidad que no les correspondía. Aunque nos queda camino que recorrer, hemos avanzado, sin duda.
ResponderEliminarDesde luego que sí. Aún así, la mujer sigue discriminada en algunos aspectos y, no sabemos durante cuanto tiempo. Deseo que lo ocurrido en mi narración no se vuelva a repetir.
ResponderEliminarQuerida Mary, me encanta todo lo que escribes. Tienes una gran imaginación, pero las narraciones que me llegan al alma son las que son vivencias porque tienes mucha ternura y parece que las estamos viviendo. Un abrazo.
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