miércoles, 28 de mayo de 2014

PINCELADAS De Antidia Iraida.





En aquel lugar, con toda la naturaleza en su esplendor, el verde predominaba salpicado con chispas de color; allí nació la princesa Anira. Para sus padres y abuelos así lo era. Anira fue la segunda hija en llegar, la primera la llamaron Estrella Fugaz por el poco tiempo que estuvo en este mundo, por eso cuando Anira llegó, todos se volcaron con ella, pues cualquier enfermedad se complicaba, más cuando no había médico en el lugar. Familiares y vecinos tenían que elevarla por caminos inhóspitos a otros pueblos, a una pensión que hacía de Hospital, donde el médico iba a ver a sus pacientes. Anira, descendiente de Fernández de Lugo y del pirata Pata de Palo, pero por otro lado una guanche; “Aurita”, con todo el sentir Guanche Benohare, allí donde las mujeres lucharon como nadie, como Guayanfanta o Aridane; éstas son sus referencias, dispuestas  a todo antes de rendirse, esa es la fuerza de Anira, heredada de  sus antepasados, porque la historia es la historia y no se puede ocultar.
Anira vivía con su madre y abuelos. Su padre estaba en las Américas, ella era feliz en su mundo de niña. Sus abuelos, Modesta y José, eran extraordinarios. ¡Qué dicha tenerlos!. Su abuela; manos de seda amor, ternura, sabiduría. Su abuelo; amor a raudales y paciencia, aquél bigote como el de Dalí nunca lo podrá olvidar. Los cuatro hacían un cuarteto muy especial. Pero a los cuatro años se rompió, su abuelo se fue y ella supo que no le vería más, ¡que vacío!.
Cuando tenía siete años, su padre regresó, ya no era una foto ni una carta, estaba allí, cargado de cosas y una muñeca más grande que ella, pero aquella dicha sólo duró cinco meses, se fue de nuevo, dejándose atrás unos pantalones que ella se ponía porque había captado que él hubiera preferido un niño.
El tiempo pasó y, dos años después, su abuela enfermó y también se fue, se fue preocupada por Anira, no quería dejarla sin su protección, encomendó a dos de sus primas su cuidado. Anira se quedó con su madre. Las dos se cuidaban una a la otra. Pasaron dos años y su papá regresó, ¡qué alegría!, ella no sabía que regresaba pero supo que llegaba antes de hacerlo.

Pero la alegría cambió, ya no era igual, ella notaba  una cierta incomodidad que le afectaba y de princesa terminó de cenicienta, pero la fuerza y el tesón todo lo puede y aquello lo remontó y fue feliz de nuevo.


4 comentarios:

  1. Después de leerlo, uno entiende perfectamente la razón del título. Pinceladas de una vida, con sus luces y sus sombras, bajo el amparo del amor, con la fuerza que él imprime siempre.

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  2. Haces que sea fácil ponerse en la piel de Anira leyendo tu relato, y eso que es sólo una pequeña pincelada de una gran vida, representando a una persona luchadora, fuerte y capaz de superarse a si misma y a cualquier obstáculo. Me ha encantado.

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  3. Mi querida guanche auarita solo tu eres capas de toda esa historia. En los pies de la patrona te esperamos con ese libro

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  4. Una vida llena de vaivenes. Al fin la valentía y el profundo amor hace que los obstáculos sean vencidos.Me gusta mucho tu forma de escribir.

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