A tres mil pies de
altura estás, en medio de una gran ciudad,
rodeado de miles de personas; siempre igual. Yo me pregunto, ¿en qué
parte del universo, en qué lugar del gran mundo estás parado?
Nada de lo que ocurre
a tu alrededor te saca del letargo en el que vives; ni las alegrías, ni las
penas. Aunque el mundo tiemble, no hay nada que te haga despertar o… ¿verdaderamente,
esa es tu forma de vivir?. ¡¡Ya estoy cansada!! ¿Qué quieres que te diga?, me
voy a dar una vuelta, a vivir la vida. Ya verás, si tú quieres seguir ausente,
como siempre, lejos de todo y de todos. Ya me dirás lo que quieres hacer con tu
vida. Ten presente, te habla la experiencia, que mañana puede ser tarde para
cumplir los sueños que un día tuviste, y que de seguir así, no llegarás a
lograr. Con la actitud que vas, ahí te
quedas con tu triste soledad y tu gran pasión: la ausencia.
Suele pasar: a quien se ausenta, lo ausentan… El protagonista de tu relato parece preferir el ensimismamiento a cualquier cosa. Has dibujado esa idea muy bien.
ResponderEliminarSeguramente cuentas la historia de una persona anodina, a quien le da lo misma una cosa que la otra.Si es así por naturaleza no cambiará.
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