Ana se presentó una
tarde de domingo con toda su familia bajo el brazo. Familia que había hecho
junto al hombre de su vida. Felices todos en medio de montones de fotos sacadas
en todas las partes del mundo que habían recorrido. De pronto rompió a llorar.
No estaba su hombre. Aquella
composición de fotos era pura fantasía,
como si de un embarazo psicológico se tratara y los niños no se habían prestado
para esa farsa, eliminando de las imágenes al personaje fantasma. No supieron entender que ella se sentía más feliz
representando esa comedia, aunque todo fuera mentira.
Todo es mentira, sí, menos ese sabor agridulce que deja tu relato. Haber conseguido ese efecto en el lector, me parece un logro importante, Teresa.
ResponderEliminarEn este relato tan interesante has cambiado tu línea de escritora de humor por otra más seria y sofisticada. Siempre viene bien un cambio. Enhorabuena.
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