Es una hermosa
noche de verano. Las altas casas, tienen los balcones abiertos, para que
entre el poco aire que corre y refresque las antiguas viviendas.
La anchurosa plaza es como un rectángulo desierto,
solo con bancos de piedra y los árboles, con su simetría, dibujan negras
sombras en la arena blanca.
Desde la plaza, a lo lejos se distingue el reloj de la
torre iluminada por la luna. Ese es el punto de referencia de los vecinos
cuando oyen, cada hora, las campanadas del reloj.
En este pueblo pasé mi niñez, con mis travesuras por
las oscuras calles. Y ahora, con el paso de los años, vuelvo a mi viejo pueblo
y me encuentro paseando solo, como un fantasma.
Has tomado la Noche de Verano de Antonio Machado y la has convertido en un viaje al ayer, una visita al pueblo del pasado. Buen trabajo.
ResponderEliminarBonito relato el de esta noche de verano con recuerdo de la niñez.
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