Hace mucho
tiempo, una niña de cinco años salió de su domicilio para ir al de su abuela,
que residía enfrente de la casa de sus padres; separados por la carretera
general. La pequeña iba muy contenta;
pretendía regalar un ramo de flores a su querida abuela; ella misma las había
cogido en el huerto de detrás de su vivienda.
Al salir de su casa, llevaba en la mano a su muñeca preferida y en la
otra, las flores. Su madre, pendiente de
ella desde la terraza, le indicó el momento en que podía atravesar la vía,
pero, fatalmente, como de la nada, apareció por sorpresa una moto, que
circulaba a gran velocidad y se llevó a la nena por delante. En ese fatídico momento, las flores volaron
por los aires y junto a ellas la niña.
En el
funeral, su madre no paraba de repetir las mismas palabras
-Vi a mi
ángel volar entre las flores, ví a mi ángel volar entre las flores…
Fue eso lo
que, literalmente, ocurrió hace unos treinta años en un pueblo del norte de
nuestra isla.
Dulce relato, a pesar de la dureza tremenda de lo que en él se nos cuenta. El contraste entre la suavidad del tono narrativo y la acritud de la trama, ha sido un recurso muy efectivo. Muy bien, Mary
ResponderEliminarSiempre que recuerdo lo sucedido, se me viene a la mente la imagen de la madre, transida de dolor repitiendo lo del ángel y las flores.
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