“Yo voy a enviar un
Ángel delante de ti, para que te proteja en el camino y te conduzca hasta el
lugar que te he preparado” (Éxodo: 23:20)
El Ángel de la Guarda
es un ser inteligente dotado de una gran pureza y que actúa de puente entre
Dios y nosotros. Es mi Ángel de la Guarda, estoy segura, el que actuó en este
momento de mi vida.
Hace algunos años,
estaba en obras la autopista del sur, a la altura de Caletillas, Candelaria, en
el Km.13, saliendo de Santa Cruz. A las tres de la tarde, salía yo hacia
Santiago del Teide, donde ese día me tocaba trabajar. Había una cola tremenda,
pues a esa hora y ese día, solamente estaba abierto un carril de la autopista, por lo que se detenía el
tráfico de un lado, para que pasara el del otro y así sucesivamente. Cuando tocó pasar el lado
por el que yo venía, todos los coches lo hicieron a una velocidad que superaba
la permitida. En esto, algo pasó delante de mí; no alcanzaba a ver, pero lo cierto
es que se produjo un choque en cadena. Fue algo impresionante, ver todos los
coches chocados, los cristales por los aires y, todo esto, por delante y por detrás de mí. En este
momento, algo o alguien me cogió por el cuello y me levantó por encima de todo
aquello. Yo, mientras tanto, miraba por el retrovisor y veía el caos en todos
los coches. De pronto, sentí como me
soltaron delante de todo el desastre. Ni a mí, ni a mi coche nos pasó
absolutamente nada. Yo solo sentía la presión de una mano; podía contabilizar
los dedos, mientras seguí conduciendo hasta llegar a Santiago del Teide. Aparqué
donde siempre, junto al centro de mayores y, al abrir la puerta del coche, me
desplomé al suelo. Estaba temblando; no me podía poner de pie.
Las señoras del centro
me recogieron y, preguntando qué me pasaba, yo les contaba y ni yo podía
creerme lo que contaba. Solo sé que la sensación de la mano en mi cuello la
tuve varias semanas.
Si no hubiera estado
allí mi Ángel de la Guarda, no creo que lo hubiera podido contar. Todavía hoy
sigo agradecida e impresionada.
Sucesos inexplicables a quien cada quién le da una interpretación distinta, basado cada cual en sus propias creencias personales. Tener fe, me resulta a mí, que adolezco de dudas, tener un valioso asidero del que aferrarse.
ResponderEliminarEl un hecho surrealista que no ocurre con frecuencia. Tú sentiste que algo superior de ayudó y, eso es suficiente para creer y tener fe.,
ResponderEliminarTe felicito Milagros, por tener tanta fe, sabes que es un don de Dios, que muchas personas quisieran poseer y no la tienen. Un abrazo.
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