En los tiempos de
Alfonso XIII, al principio del siglo XX, habíamos perdido el vino, la
cochinilla, por lo que en el sur de Tenerife poco quedaba; sólo irse a Cuba.
Mi abuelo y dos tíos
partieron a buscar fortuna a Cuba. Al tiempo, mi abuelo regresó con algo de
plata, fabricó una nueva casa y compró más terrenos.
Sus hijos se quedaron
por allá, uno se perdió de vista por la
provincia de Oriente, el otro, mi tío Pepe, hizo fortuna: era propietario del
cine en Santa Clara, casó con una guapa mujer y tuvo dos hijos, pero… su mujer
lo abandonó por otro amor y él se quedó con los niños. Más tarde, pensó que los chicos necesitaban
una madre, pero estaba escaldado, así que escogió un bizca y coja, y no muy agraciada.
Más tranquilo, siguió
con su rutina. Una noche, se encontró mal y regresó antes a su casa y se quedó
tocado y hundido: la encontró en la cama matrimonial con otro.
¡Pobre tío José! Se
rieron de él aquí y allá, no tuvo suerte y eso a pesar de que, por las fotos,
puedo decir que era ¡bien guapo!.
¡Qué historia esta tan novelesca! La sucesión de mala fortuna en el amor del tió José es sustancioso material narrativo. No puede uno evitar, por otra parte, sentir lástima por su doble y reiterada desgracia, ¡pobrecito!
ResponderEliminar¿Que le faltaría al tío Pepe?, no es normal que tanto la guapa ,como la menos agraciada le dieran plantón. Dicen que a la tercera va la vencida, tenia que haber tentado otra vez a la suerte.
ResponderEliminarSupongo que conocerás el dicho de: la suerte de la fea, la bonita la desea, ja, ja, ja. Mª Dolores.
ResponderEliminarme encantan tus relatos, me lo paso muy bien.
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