martes, 29 de abril de 2014

EPÍLOGO de Mary Rancel






Recuerda perfectamente cuando empezó la tragedia, así mismo, el momento exacto en el que decidió cerrar aquel capítulo de su vida.
El hijo mediano del matrimonio estaba, desde hacía tiempo, dando la lata para que le compraran una moto. Los padres no querían, les parecía peligroso pero, el chico era muy insistente, no paraba con la misma cantinela. La madre -a espaldas de su marido- le regaló a su antojadizo hijo la ansiada moto con toda la dotación; recomendándole que fuera prudente y que, ambos, se lo comunicarían al progenitor en el momento más oportuno. El hecho tuvo lugar un sábado.
El domingo, el matrimonio salió a comer fuera –era su costumbre-. Al finalizar el almuerzo, de regreso a su domicilio, advirtieron que en la carretera estaba un coche de atestados y una ambulancia; en ese momento, recogían del suelo a una persona que colocaban en una camilla con el casco de moto puesto. La mujer, de inmediato, supo que era su hijo y comenzó a gritar. El marido, al verla de esa forma, le dijo:
-Te das cuenta lo peligrosas que son las motos?-.
Ella le reveló:
-Es nuestro hijo y la culpa es mía, le compré la moto sin tu consentimiento y Dios me ha castigado.
La madre subió a la ambulancia acompañando al joven; el padre le siguió en el coche. Por desgracia, el chaval ingresó cadáver en Urgencias del Hospital.
Esa señora sufrió una depresión que le duró años. Se sentía culpable de la muerte de su hijo. Su familia la consolaba diciéndole que eran cosas del destino.
Ella solía comentar que ese capítulo de su vida nunca lo podría cerrar pero, ¡se originó el milagro!; su hija se casó y, pasado un tiempo, tuvo un bebé. Ese nieto fue quien la sacó del pozo. Dedujo que por sentirse culpable del accidente no recuperaría a su hijo. Desde aquel momento, supo que tenía que cambiar de actitud y dedicar todo su cariño al pequeñín. Así comenzó otro nuevo e ilusionante capítulo de su existencia. No obstante, aquél trágico día permanecerá en su corazón y en su mente mientras le quede un hálito de vida.





3 comentarios:

  1. Muy bien contada esta historia trágica y, tal vez por eso y no por lo contrario, digna de ser contada, porque la literatura es reflejo de la vida y la vida está llena de matices, claroscuros, agridulces, cara o cruz …

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  2. La realidad supera a la ficción y, en este caso ,así ocurrió,

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  3. Una historia muy bien narrada, como todas las tuyas, has movido todas mis fibras porque al leerla te pones en el lugar de esa madre y entiendes que haya reaccionado de la manera que lo hizo, menos mal que siempre hay una luz en el camino, en este caso un nieto que la ha ayudado a volver a vivir.

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