Hoy recuerdo con
nostalgia y me parece estar viviéndolo ahora mismo. Aquellas meriendas con mis
amigas y amigos, allá por los años 58, 60, en mi primera juventud. En los pueblos
y en esa época no había un lugar donde pudiéramos pasarlo bien en las tardes de
domingo, en las mañanas sí, pues íbamos a misa de once de la mañana, con
nuestras familias. Por las tardes, mis amigas y yo preparábamos nuestras
meriendas y nos subíamos a la montaña de la Breña, un mirador por excelencia de
la isla de La Palma, nos lo pasábamos genial, pues unas preparaban bocadillos,
otras torrijas, algunas hacían galletas de mantequilla, sopas de miel… Cosas
diferentes pero todas llevábamos algo que compartíamos con algunos amigos que
se reunían con nosotras y que llevaban un transistor para escuchar nuestra
música y con el que hacíamos nuestro guateque en plena montaña, y esto todos
los domingos; eso sí, teníamos que estar en casa con luz del día, pues de lo
contrario, el siguiente domingo no había merienda.
Eran maravillosos los
sentimientos que se creaban en el grupo. Además de disfrutar de la naturaleza,
compartíamos, convivíamos y sobre todo creábamos una amistad que aún perdura.
Nos seguimos reuniendo por lo menos una vez al año.
Por todas las risas,
por los guateques que hacíamos, por las meriendas compartidas en tantas tardes
de domingo, gracias amigos.
Maravillosos recuerdos son siempre los que proceden del territorio de nuestra juventud, cuando todo despertaba emoción y asombro
ResponderEliminarLas meriendas dan para mucho. Recuerdo las de mi juventud con los amigos y amigas y lo bien que lo pasábamos.
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