Un día como cualquier
otro, de tantos que tiene el mes, a una hora, que ni recuerdo, de las que marca
el reloj; en uno de los doce meses que tiene el año, y que año a año nos come
la vida, justamente en ese instante, lo
vi. Me quedé como piedra, dura y rígida, a la que parece que nada altera, ni hace daño.
Pero, cual piedra, fui
erosionada, poco a poco, al sentir su mirada clavada en mi ser. Me quise volver arena para, como suave brisa,
rozar su cara de nuevo.
Prosa poética que, ayudada de símiles y de forma singular, nos habla del instante sublime de un encuentro.
ResponderEliminarHas regresado de tu viaje muy romántica. Es pequeño pero a la vez, muy humano. Mª Dolores.
ResponderEliminar¡Sublime! es la palabra que te define en esta prosa poética, ilustrativa de un encuentro que marcó tu vida.
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