Lo sientes
pero, no lo ves. Te susurra al oído y te
acaricia la piel. Puede ser sutil y
delicado, a la par que tosco y dañino, como su fuerza. Es tan elemental que sin él no vivirías
porque lo necesitamos desde el mismo instante en que nacemos. Nos renueva y oxigena. Es fresco y te eleva en un mundo de olores
diversos. Lo utilizamos a diario en
nuestro hablar, dándole un sinfín de significados: castillos en el aire, estar
en el aire, cambiar de aires. Grandes
ciudades llevan su nombre como Buenos Aires o dulces canciones como Aires de
Lima. Aire fresco que, en nuestra
poesía, sirve de comodín por su fácil uso y su amplio significado.
Importante
elemento que nos da la vida, nos acompaña en ella, nos trae recuerdos con su
olor, como el despertar envuelta en el aroma de mi bella Escalona. Cuando nos falla, ya no existimos y pasamos a
ser el recuerdo de alguien que quedó… en el aire.
Bello escrito lleno de poesía y de imágenes. Visual, tu escrito nos dibuja con colores narrativos algo que, aparentemente, adolece de ellos: el aire. Airea los sentidos este texto tuyo, Mima. Un gusto leerlo.
ResponderEliminarDISFRUTO LEYENDO TODO CUANTO ESCRIBES. PONES CADA COSA EN SU LUGAR Y PUEDE PALPARSE, OLERSE OÍRSE... ESE ES UN DON QUE POSEES INTANGIBLE Y VIBRANTE. TE DESEO PASES UNAS BUENAS VACACIONES.
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