Era invierno
y las cumbres de Güimar estaban nevadas.
Todos los miembros de la familia estábamos pasando aquel domingo en
Arafo y, al llegar la tarde, decidimos subir a la cumbre para ver de cerca la
nieve, con la buena fortuna de, sin esperarlo, poder disfrutar del espectáculo
de ver caer la nieve en pequeñitos copos. Aquello fue precioso y jamás podremos olvidar el maravilloso manto blanco
que se formó a nuestros pies.
Lo malo vino
después. El coche patinaba y nos costó
un buen rato salir de allí pero, al fin lo hicimos y bajamos el camino
contentos por haber podido gozar una nevada; cosa poco común por estas tierras
nuestras. Desde la casa, al caer la
noche, la luna llena nos siguió permitiendo la entrada a un nuevo
espectáculo: ver la cumbre nevada, allá
a lo lejos.
¡Qué gozada de experiencia y qué bien nos lo cuentas! Como lectora, he visto perfectamente dibujado el bello espectáculo de la nieve al caer sobre nuestro paisaje.
ResponderEliminarHAS TENIDO MUCHA SUERTE.VER NEVAR. YO TENGO GANAS DE RECIBIR ESOS COPOS Y EXPERIMENTAR LA SENSACIÓN QUE PRODUCEN. TU RELATO MAGNÍFICO. QUE PASES UN FELIZ VERANO.
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