miércoles, 3 de octubre de 2012

EL PODER DE LAS COSAS SENCILLAS de Amalia Jorge Frías





En mi época de juventud, se acostumbraba a piropear a las mujeres, sin embargo, pienso que ese hábito, en este siglo, ya está en desuso.  Por eso me quedé gratamente sorprendida, cuando hace unos días, entré en la farmacia en muy baja forma, y un joven de los que allí hacen prácticas, se acercara a atenderme y, después de darme los buenos días, me dijera :
-Señora, ¡qué bien huele usted!
Me sentí tan bien, como si me hubieran inyectado una caja completa de vitaminas.  Le di las gracias y me marché pensando lo fácil que es hacer feliz a una persona.  Sólo con cinco palabras consiguió levantar mi estado de ánimo e hizo que, gracias a su espontaneidad, yo me sintiera mucho mejor.

2 comentarios:

  1. Maravilloso poder el de las palabras. Bien usadas pueden ser un regalo, un bálsamo, una caricia con efecto sanador. Lo que nos cuentas es un muy buen ejemplo de ello.

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  2. UN PIROPO BIEN USADO Y DICHO CON EDUCACIÓN ES RECONFORTANTE. ¡QUE BONITO! OÍR UNAS PALABRAS AGRADABLES Y, LO POCO QUE CUESTA PRONUNCIARLAS.EN TU ESCRITO ESTÁ EL EJEMPLO

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