Cuando yo
era pequeña, para que yo le dijera la verdad, mi madre me decía “me dijo un
pajarito que …”. Eso ocurrió un día, que
se acercó a mi para advertirme.
-Me dijo un
pajarito que fuiste a coger las hojas del árbol de morera para darles de comer
a los gusanos de seda y… ¡sabes que no me gusta que vayas sola!... y mucho más
cuando el canal viene con agua, ¡es muy peligroso.
A veces yo
iba con una amiga porque me gustaba ver a los gusanos blancos y regordetes de
tanto comer y como, cuando ya eran grandes, empezaban a echar hebras de seda
por la boca hasta formar un capullo. Descubrir
que de él salía la seda con la que se
fabricaban luego esas hermosas blusas o cualquier otra bonita pieza de ropa que
después nosotros lucíamos, me hizo amar el trabajo de esos animalitos tan
laboriosos de los que un día… me habló un pajarito…
Sí, detrás de un alegato que empieza diciendo “me lo dijo un pajarito”, a veces se encuentran bonitas historias, como esta de tu infancia, atada al recuerdo de crisálidas y sedas.
ResponderEliminarMe gusta mucho como cuentas tus historias, reales o de ficción; tienes una forma muy buena de expresarte y llegar al lector. Felicidades
ResponderEliminarCarmita, estoy muy contenta de que te encuentres a gusto en nuestro taller, y nos deleites con tus bonitas narrativas, las cuales me gustan mucho, te felicito sinceramente.
ResponderEliminarCarmita estoy muy contenta de que te hayas incorporado a nuestro taller, y de que nos deleites con tus bonitas narrativas, te felicito sinceramente.
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