Voy a tratar de describir en once líneas lo que he
vivido las últimas seis horas en el centro hospitalario, donde mi madre terminó su
vida. Siempre he visto a la muerte como
algo natural, pero ahora me tocaba de cerca y rozaba sentimientos.
Aunque la razón me dijera que era ley de vida
por su avanzada edad, la visión del dolor y la lucidez mental de su final, hicieron
mella en mí.
Doy gracias a Dios por
permitirme estar a su lado en esos momentos, cerrando un ciclo de mi vida,
también. Me dejó con una sensación de
paz interior que es difícil describir, un sabor agridulce que forma parte de la
vida.
Decir adiós a la persona que ha sido tu punto de referencia vital, debe ser muy difícil siempre, no importa las circunstancias. A pesar del dolor, veo dulzura en tus palabras y ese agridulce del que hablas se impregnará pronto de ella, estoy segura. Un abrazo, Cande
ResponderEliminarCande,me he emocionado al leer tu relato,en tan pocas lineas no se puede expresar mejor lo que tu corazón de hija ha sentido. Un abrazo muy fuerte.
ResponderEliminarQuerida amiga: Esa paz interior te la mereces por haber sido una hija ejemplar. Vaya un homenaje a tu marido y tu hijo que han sido tus pilares fundamentales durante estos años. Tu escrito de once líneas, describe tus sentimientos más sinceros. Recibe todo mi cariño
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