Como mis
padres estaban viviendo en otra isla, me mandaron a Santa Cruz de Tenerife con
mi abuela, para que yo estudiara. Estuve
con ella unos cuantos años. Me dejaba ir
sola a los matinés de las cuatro. Yo
comprendo ahora, que eran otros tiempos y además el cine estaba cerca de la
casa. Veía las películas del Gordo y el
Flaco, del Oeste, de Marisol, del Ruiseñor, de Deanna Durbin con sus bailes y canciones
que, por cierto, yo le cogía el tranquillo y la imitaba, poniéndome a cantar y
bailar con mi primo que tenía, como yo, unos 10 u once años.
-Carmita,
baila y canta como Deanna –me decía él.
Le gustaba
que bailara y cantara con mi inglés chapurriado
y juntos, lo pasábamos muy divertido; ¡de película!.
¡De película!, efectivamente. Qué divertidos recuerdos los de esa niñez tuya asociada al mundo del cine. Me ha encantado.
ResponderEliminarEsos recuerdos que se guardan de la niñez son los que más felices nos hacen. Precioso relato
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