Mi hermana
Mercedes, que ya falleció, era a la que más quería, la que me defendía, con la
que más confianza tenía, la que mejores consejos me daba…
La pobre no
podía venir mucho a casa porque estaba siempre liada con las dos niñas, sus dos
hijas. Cuando yo era jovencita, me quedé
un tiempo con ella, mientras su marido estaba en Venezuela, hasta que viajaron
junto a él.
Pasado el
tiempo, volvió a Tenerife y a los pocos años, falleció.
Quedó en mí
el recuerdo y la pena de haber muerto ella entre mis brazos, mientras le daba
una manzanilla. Me marcó mucho su muerte
pues mi hermana tenía apenas treinta y cuatro años de edad. Fue en el año 1965
y yo había viajado hasta Tenerife para
verla y pude estar con ella antes de que marchara para siempre. Murió de un
soplo en el corazón.
Emocionado homenaje a la memoria de tu querida hermana, es el que has hecho, Paula.
ResponderEliminarConmovedora historia la contada en esta redacción, a pesar de todo, ese amor filial jamás se romperá y es un consuelo. Hasta dentro de un ratito compañera.
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