En el
transcurso de mi vida, han influido sobre mí muchas, muchas personas; unas a
las que yo he pedido ayuda y otras que, generosamente, me la han querido
ofrecer. Ésta persona a la que voy a
hacer referencia, ejerció una buena y gran influencia en el terreno laboral, en
mis duros comienzos.
Teniendo sólo dos años de experiencia, me
ofrecieron otro trabajo, que yo veía casi imposible de realizar por mí, en ese
momento preciso. A pesar de ello, me
dijeron ¡no te preocupes, que te vamos a ayudar! y así fue. La siguiente semana llegó un apuesto joven,
alto, elegante y súper educado; era el asesor de la empresa y yo pensé para mí
¡trágame tierra!, pero, con su gran valía y forma de transmitir y hacer ver la
realidad de las cosas, te convencía.
Para mí, él fue mi salvación y a él le debo los casi treinta años que
trabajé en aquella empresa. Se llama
Juan Mir, un gran economista. Hago
mención a su nombre porque se dedica a la enseñanza, en una universidad, que
según él mismo dijo, es su verdadera vocación.
Un buen maestro es lo mejor que nos podemos encontrar en el camino para crecer como personas, aquel que entrega todo lo que sabe sin escatimar nada, es digno de respeto y admiración, por eso entiendo perfectamente lo que dices. Difícil es encontrarlo en el ámbito laboral así que haberlo hecho es sin duda una suerte.
ResponderEliminarDetrás de un buen maestro tiene que haber un buen alumno y, eso es lo que fuiste tú. Felicidades.
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