No sé cómo
explicar lo que siento. El mundo está
vacío porque para mí los olores son como respirar y… ¿cómo se puede vivir sin respirar?. Imposible. Les voy a confesar uno de mis
secretos, y tal vez entiendan entonces el porqué de mi negatividad.
A través de
los años, me fui dando cuenta de que Dios me había dotado de un olfato
especial. Para mí, las flores y las frutas tenían un aroma delicioso, otras
cosas no tanto y otras, eran directamente horrendas. Claro que eso le pasa a todos los seres
humanos. Lo que me hacía especial era el
hecho de que a mí el olor de las personas me hablaba, pero no se confundan, no
el perfume que usaran, sino ese olor natural que la gente desprende y que yo
llamo de carácter. Algunos eran ácidos,
otros amargos y algunas personas me resultaban definitivamente dulces. Los compatibles conmigo tenían un aroma
distinto, olían a almendra con un toque afrutado. A través de sus aromas sabía quien me iba a
caer bien o mal.
Después de
leer mi confesión, entenderán muy bien cómo me siento ahora que he perdido ya
el don de tan maravilloso olfato.
Sí, es fácil entender el vacío tremendo que puede dejar la pérdida de ese don especial de conocer a las personas a través del aroma propio que desprenden.
ResponderEliminarSiempre innovas, sabes hacerlo con naturalidad, eso te identifica. Es un don maravilloso que no puedeses perder.
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