Estoy en mi pasado. Me
paseo por él. Sé exactamente donde voy, de la misma manera que conozco para
qué: sencillamente, para reconstruir una anécdota de mi niñez, de cuando tenía
unos seis o siete años. Un lejano domingo, en el que estrené un abrigo color
rojo fresa.
Ese día, a la salida
de misa, junto a mi amiga, nos dirigimos a la casa de su abuela; después de
saludarla, pasamos al huerto a jugar. Pronto advertimos que un gallo paseaba
por el tejado del granero y, nos dio por sentarnos en la pared del cercado a
tirarle piedras, para que bajara al gallinero. Una de las veces, cogí una
botella rota y la tiré a la techumbre, ¡con tan mala suerte!, que me corté un
dedo de la mano. Comencé a sangrar y a sacudir la mano de arriba abajo; la
sangre salpicó mi abrigo nuevo manchándolo. La abuela de mi amiga limpió la
herida y la vendó, cuidadosamente. Acto seguido, marché a casa ilusionada -por lo
del vendaje de la mano- pero..., mi madre, al verme, me echó una buena
regañina. No por la mano lesionada, sino por el abrigo manchado; eso me dolió
mucho más que el corte. Pero ahora estoy
en este mismo instante para reconstruirlo… así que…
…Mi madre, al verme
entrar a casa con la mano vendada y el abrigo rociado de sangre, alarmada, me
estrecha entre sus brazos, me besa con ternura y mira con inquietud mi herida.
No le da importancia a lo que le ha pasado al abrigo. Su preocupación es
únicamente por mí, su niña adorada.
Tu relato nos lleva, con acierto, hacia un último párrafo que emociona. Yo me sentí inmediatamente identificada con esa niña del ayer que vuelve para corregir una de esas pequeñas erratas del vivir… Precioso.
ResponderEliminarCuando los finales son buenos son hacen doblemente felices.
ResponderEliminarCreo que has sido de las pocas que supieron captar lo que verdaderamente quería la profesora.Esta narrativa y la semblanza de tu padre,han sido de las más que me han gustado partiendo de la base de que todas las tuyas me gustan. Un abrazo.
ResponderEliminarQue bueno sería poder volver a la niñez y vivir algunas experiencias de forma diferente, tú, con tu relato, nos has transportado hasta esos días y, por un instante, soñar con hacerlo realidad. Como siempre muy bueno tu escrito. Felicidades.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato. !Qué tierna tu madre!. Mª Dolores.
ResponderEliminarUna deliciosa y tierna historia que me ha transportado a mi niñes. Te felicito.
ResponderEliminar