Apoyada en la barra de
un bar, apurando, sorbo a sorbo, una refrescante cerveza, Matilde siente que el
peso de los años la pone de mal humor. Pocos recuerdos quedan ya en el mundillo
deportivo, de aquella muchachita de piernas largas, así como estilizado cuerpo
que, empuñando en su mano izquierda una raqueta, paraba con fino estilo, la
pelota de tenis.
Aún recuerda los seis
juegos que conseguía para quedar vencedora, con mucho brío intentaba rematar
los reveses que iban surgiendo en el juego.
Ella que, paso a paso,
defendió su independencia para no convertirse en la mujer de otro; paso a paso,
consiguió poseer su propia fortuna; paso a paso, consiguió una vida sin
condiciones, libremente, al mismo tiempo, sin ninguna intromisión, por parte de
su familia.
Ahora, en este
flamante peregrinaje, necesita a toda costa, la compañía y protección de algo.
Ese algo es un bastón, eso sí, un bastón de tomo y lomo, con empuñadura de
marfil, el resto acabado en madera de ébano, fuerte y resistente, para ayudarla
a continuar paso a paso, el sendero de la implacable vejez.
El tiempo pasa implacable, es verdad, pero, déjame decirte que para Matilde, con esa refrescante cervecita y ese bastón de ébano, la vejez se tornará llena de encanto. Me encanta el final de esta historia que, al principio, parecía conducirnos por caminos distintos. ¡Bravo!
ResponderEliminarLos años llevados con dignidad son lo mejor . Nuestra vida será larga por los años cumplidos y las obras bien hechas.
ResponderEliminarPaso a paso firme y segura y con todo el animo del mundo adelante siempre un. Beso para el camino
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. Son lindísimos. !Qué contenta estoy!.
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