Ni comprar lotería ni
cargarse de amuletos, lo único que puede ayudarnos a tener buena suerte es ir
al encuentro de nuestros objetivos.
No confiemos, por
tanto, en que nuestros problemas se resuelvan por sí solos. Si queremos cambiar
la trayectoria de nuestra vida, empecemos desde ahora mismo a trabajar en ello.
La suerte es como una
semilla. Si la plantamos en terreno fértil y la regamos con frecuencia,
tendremos muchas posibilidades de que germine, pero si simplemente la
abandonamos en un erial, será difícil que lo consiga.
Las personas
afortunadas no son aquellas que han sido tocadas por una varita mágica, sino
las que son capaces de ir a por ella.
Creando las circunstancias necesarias para que se produzca.
Cuando vayas en busca
de tu suerte, es necesario saber muy bien qué dirección tomar, e ir paso a
paso.
Fantásticas recetas para vivir que, tal como ocurren con las de cocina, a veces resultan fáciles sobre el papel y se adivinan deliciosas aunque, llevarlas a la práctica, sea cosa bien distinta.
ResponderEliminarMuy buena reflexión, esa son palabras de una persona positiva, que es lo que no hace falta, no esperar a que las cosas ocurran solas.
ResponderEliminarQue razón tienes, eres sabia por experiencia, tolerancia y buena disposición. Hay que ganarse las cosas con trabajo y día a día.
ResponderEliminarTu narración es muy filosófica. Me ha encantado. Mª Dolores.
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