A lo largo de nuestras
vidas somos presa de los orangutanes que viven arriba, entendiendo como tales, a aquellas personas que encontramos en nuestro camino y que se comportan como los
vecinos ruidosos que viven en el piso de encima.
En la tienda, en el
mercado, en la playa o en el monte, siempre encontramos orangutanes que viven
arriba. Recuerdo el escándalo de los
sábados por la mañana; ruidos y pasos de una habitación a otra, puertas que se
abren y que se cierran, abrir de ventanas o el lavar los platos en la cocina,
el ascensor que no descansaba de subir y bajar. Me acuerdo de que, a altas
horas de la noche, aún viendo la tele, se oía mover las sillas en el salón de la casa. ¡Cuántas
quejas formuladas por los orangutanes
que vivían arriba, en el edificio donde tengo mi casa!. Allí, en el
ático, es mi casa, donde se reunía y sigue reuniéndose toda mi familia; un
batallón y, en más de una ocasión, fuimos también los orangutanes que viven
arriba.
El giro final de esta historia me ha encantado. Sin decirlo, queda implícita en el relato la idea de que vivimos en un mundo lleno de matices y todos, sin excepción, navegamos por diferentes estadios y colores en el transcurso de la vida; incluso, como bien dices, hasta hemos sido orangutanes alguna vez.
ResponderEliminarComo bien dices, todos hemos tenido a algún orangután cerca o, tal vez, nosotros, mismo lo hayamos sido. Me ha gustado tu punto de vista.
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