Teniendo yo catorce
años, me sucedió algo que no he olvidado en mi vida. Aconteció que estando en la calle, subí por
el balcón para no dar la vuelta. Estaba
en ello cuando sentí como un chico que venía detrás de mí, colocaba sus manos
de modo que abarcaban mi trasero, para ayudarme a subir. Yo me quedé roja como una amapola y no podía
ni hablar. Algunas personas que pasaban
por allí y vieron lo sucedido, comenzaron a gritarle a viva voz:
–¡Sinvergüenza, atrevido!
Al pasar los años,
volví a verlo otra vez. Se había
convertido en un policía. Creo que no se
acordaba de mí o…se hizo el despistado.
Con el favor que te hizo ya se notaba en él su vocación de servicio, claro que sí. Bromas aparte, divertida anécdota
ResponderEliminarSiempre nos cuentas cosas que te han sucedido y suelen ser de los más variopintas.En esta, los espectadores no se dieron cuenta de las buenas intenciones del chaval.
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