La primera
vez que visité la playa de Los Cristianos, me quedé prendada de ella. Me impactó el color de su arena, tan
clara; porque yo estaba acostumbrada a
ver la arena negra de las playas del norte y de Santa Cruz. Pero sobre todo me
gustó la quietud de la playa. Como yo
soy miedosa para el mar, el poder caminar dentro de ella sin peligro ninguno,
me cautivó.
Le dije a mi
esposo estas palabras textuales: “Los Cristianos; para mí, para siempre”. De eso, se cumplió el mes de junio pasado,
cuarenta años y, desde entonces, se convirtió en nuestro segundo lugar de
residencia y también en el segundo lugar de la isla más querido para mí. El primero es Santa Cruz.
Parte de los
momentos más felices de mi vida, han transcurrido en ese maravilloso barrio de pescadores
perteneciente al Municipio de Arona, en el que al mismo tiempo que he visto
crecer a mis hijos, también he sido partícipe de su desarrollo e importancia,
hasta convertirse en lo que es hoy. Para
mí es la capital del Sur y sin embargo, no ha perdido nada de lo que me cautivó
el primer día que lo vi. Sigue
conservando ese aire de pueblo y ese calor en su gente que, con su amabilidad,
te hacen sentir integrada, convirtiendo a Los Cristianos en un lugar al que siempre deseas volver.
Estoy de acuerdo contigo, Los Cristianos a pesar de haber crecido enormemente tienen sabor a pueblo.
ResponderEliminar