Naty ha estado en casas de acogida casi toda su vida. Su madre la tuvo a los dieciséis años y
enseguida entregó su custodia a los servicios sociales hasta que alguna familia
procediera a su adopción. Lo hizo
pensando que eso sería lo mejor para la niña pero, con el paso del tiempo, Naty
no encontró ninguna familia que la quisiera y la adoptara.
Cuando tuvo diecisiete años quiso emanciparse para
buscar algo de estabilidad en su vida y, enseguida, supo que no podía hacerlo
porque necesitaba la firma de sus padres biológicos. Le dijeron donde podía encontrar a su padre,
que llevaba una vida de niño libre que no gustaba a nadie y entre todos, la
convencieron, que no le convenía encontrarse con él.
Naty solía ir siempre a un parque con jardines, desde
el cual le gustaba contemplar el horizonte, mientras las aves correteaban en
grupo a su alrededor. Ella se sentía tan
sola que envidiaba a las aves, tan libres en compañía, mientras ella estaba
siempre triste, sin nadie que la comprendiera.
Pensaba que nadie la quería, ni siquiera su mejor amiga.
Tras mucho buscar, encontró a su madre que resultó ser
una señora rica que no quiso enfrentarse a la verdad. Entonces, Naty se sintió más triste y
abandonada que nunca.
Tuvo claro que ella construiría una nueva vida en la
que nunca más se sentiría sola. Buscaría
novio, uno serio que no se pareciera en nada a su padre, se pondría a trabajar
y pronto formaría su propia familia para no vivir nunca más en soledad. Naty se llenó de optimismo y vio por primera
vez muy claro el horizonte.
Muy bien Paula. Este es un relato en toda regla. Te animo a seguir por este camino, construyendo historias como esta.
ResponderEliminarESTA NARRACIÓN EN LA QUE CUENTAS LA VIDA DE NATY ME HA GUSTADO MUCHÍSIMO. ES BUENO PROPONERSE VENCER LOS OBSTÁCULOS. UNA APTITUD POSITIVA ANTE LA VIDA ES LO IDEAL.
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