Te cuento la vez en que fuimos a pescar y no pescamos ni una
fula, así que las papas nos las comimos con unas sardinas en lata que compramos
en una ventita de chochos y moscas que estaba por allí cerca. Al terminar el día de playa, nos fuimos a
pernoctar a una casa en el monte, muy cerca de Izaña, donde las estrellas están
más a mano. Nos tendimos en unas
tumbonas, mirando al cielo. La noche
estaba limpia, sin nubes y fue impresionante ver millones de luces en la bóveda
celeste. Contemplar aquella belleza, me
sobrecogió. Pensé que en alguna de ellas
estaban mis seres queridos. Me pareció
verlos a todos y les mandé un besito diciendo: ¡hasta luego!
Ese fue un buen día.
Un día de pesca en el que no pesqué pero, del que regresé cargada de
¡todas mis estrellas!
Esa mezcla de humor y sentimiento solapado pero tan presente, forma parte de tu estilo personal a la hora de contar historias. Me ha encantado este día de pesca tuyo, Caya. Muy bonito.
ResponderEliminarME GUSTA MUCHO TU FORMA DE CONTAR HISTORIAS. TODAS DESPIERTAN INTERÉS, SIEMPRE ESPERO QUE LLEGUE EL FINAL PARA VER COMO ACABAN. ESTE ES PRECIOSO.
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