Llovía a cántaros; hacía una tarde
de perros. Refugiada en la marquesina de
la guagua, y con el alma en vilo, aguardaba ansiosa. No sé qué tenía hoy, pero
llevaba toda la mañana con la cabeza llena de pájaros, y tuve que hacer un
esfuerzo para no despistarme y poder llegar a hora.
Después de quince minutos esperando,
vislumbré a lo lejos la 014. ¡Por fin llegó!, pensé para mí. Metí la mano en la
chaqueta y para rematar el día, no encontraba el bono. Era lo que me faltaba
para aguar la fiesta; tanto correr, tanto esperar y voy y pierdo el bono.
Estaba que echaba chispas al pensar lo
que mis compañeras de Flores del Teide se iban a partir de risa, al verme
llegar tarde, mojada y con el corazón en la boca.
Sucesión de frases hechas y dichos populares que, juntos, conforman un relato simpático.
ResponderEliminarSí, el humor que nunca este. Gracias de Mima!!
ResponderEliminar¡Esas "chispas...!" que no falten. Tu invención ha dado lugar a un relato estupendo y con chispa.
ResponderEliminarCorrijo: el humor que nunca falte!!!!!!!. Mima.
ResponderEliminarEres el rigor de las desdichas. !Qué bonita te ha salido!. Yo me rió mucho contigo. Mª Dolores.
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