Se acercaba la hora
para acurrucarme al lado de mi tía y escuchar sus divertidas historias. Aquella noche comenzó así:
Me
estoy acordando… de dos hermanas que vivían en mi pueblo. Se habían quedado huérfanas y sólo se tenían
la una a la otra. Clotilde era la
pesimista y Ángela todo lo contrario. Un
día, Ángela observó que su hermana estaba llorando.
-¿Qué
te pasa? –preguntó
-Que
no puedo ir al baile porque no tengo medias negras –contestó Clotilde.
Ángela,
con una sonrisa, miró a su alrededor y vio un paraguas negro encima de la vieja
cómoda.
-Súbete
a la mesa –le dijo a su hermana.
Y
cortando la tela del paraguas, la enredó alrededor de las piernas de Clotilde,
cosiéndolas por detrás. De esta guisa se
fueron al baile y cada vez que su hermana daba una vuelta, Ángela se tenía que
parar porque la risa le impedía seguir bailando.
Con
el ingenio y el optimismo de Ángela, pasaron una noche fabulosa; no sería la
mejor pero si la más alegre. Al
regresar, ella le preguntó a Clotilde cómo lo había pasado con su paraguas.
-¡De
maravilla! ¡A mí que me quiten lo bailado!
Ángela
le había contagiado su optimismo a Clotilde.
Así
me lo contó y así lo cuento yo.
Entrañable historia llena de encanto, optimismo y humor. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarHas dado a tu historia un tono alegre y pintoresco, que hace que el lector, se interese hasta conocer el final.
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