Tenía una cara
angelical, siempre sonriendo y muy educada; quizás un poco convencional debido
a la educación que había recibido por la época en que le tocó vivir.
Cuando Luis la vio por
primera vez, se enamoró locamente; y ya no tuvo un momento de sosiego hasta que,
por fin, logró comprometerse con ella. Ese fue el día más feliz de su vida.
Al casarse, se fueron
a vivir a la casa de los padres de Luis, ya que él era hijo único y no podía
dejar sola a su madre.
Pasaron los años y
fueron viniendo los niños: cinco; uno detrás de otro, pero la convivencia de
María con su suegra se hizo insostenible. Ella, para el marido, seguía siendo
el mismo ángel que lo enamoró, pero para la pobre anciana, se convirtió en un
demonio.
Luis sentía llegar a
su casa porque tenía que oír, continuamente, las dos versiones. Un día, la
madre, que era menos inteligente que la nuera, le dijo, tienes que elegir entre
ella o yo, y Luis se vio entre la espada y la pared y eligió. Eligió el asilo
de los Desamparados (que así se llamaba el único que teníamos), para que su
madre viviera tranquila los últimos años de vida que le quedaban.
Porque…, ¿qué iba a
hacer él con sus cinco hijos y con una esposa angelical a la que adoraba?.
Me ha gustado el tono y el ritmo con que lo has contado, y la historia de contenido duro, casi trágico, se suaviza, paradójicamente, por la sorna escondida en la pregunta final. Todo eso mezclado con el título, que juega también a la ironía, hace de este ANGELICAL un muy buen microrrelato, sin duda.
ResponderEliminar¡Genial como siempre! Tienes la virtud de entrar en el lector y que se interese por el contenido del relato. Sabes dar ese tono, que camela.. Me ha encantado esta narración.
ResponderEliminarMe parece muy triste cuando una madre le pide a su hijo la elección entre ella y su esposa. Es una pena.
ResponderEliminarMª Dolores.