martes, 6 de mayo de 2014

ALONDRA de Antidia Iraida.



Había una vez, una alondra de bello plumaje diferente a todas las demás, pues ésta era blanca con la toquilla castaña de grandes ojos grises, esbelta y con garbo, cuando ella pasaba batiendo sus alas, todo el mundo se quedaba fascinado, unos la admiraban y se conformaban con mirarla; pero otros la envidiaban y querían cazarla, porque pretendían que solo los mirara a ellos nada más. No sabían que la alondra solamente deseaba volar en libertad, no quería ser cazada, ella era feliz viendo el mundo desde su estatura peculiar. Ella siempre estaba dispuesta a ayudar a las otras  alondras cuando lo necesitaban; las ayudaba a cargar los enseres para hacer nidos, a cuidar de sus crias, hasta les llevaba comida para que no dejaran solos a sus pichones.
Era igual de guapa que buena, pero los cazadores no miraban eso; ellos anhelaban abatirla para ponerla como trofeo en sus casas. Hacían apuestas a ver cuál era el que se llevaba tan bello ejemplar. La alondra sabía que esto ocurría, pues muchas veces oía sonar los tiros y las flechas cerca de ella, la pasaban rozando muchas veces, pero siempre conseguía evadirlas, hasta que un día, que estaba distraída porque estaba muy preocupada por lo que le estaba pasando a una amiga, se distrajo y la hirieron en un ala, cayó al suelo, y la cogieron, se apiadaron de ella y la curaron, pero no la dejaban salir de aquella jaula, en la que estaba recluida.
 Cuando un día consiguió escapar porque una niña le abrió la puerta,  se fue volando muy lejos, huyendo de aquella gente que la trataba tan mal.  Pero mi querida alondra ya no era la misma, tanto tiempo encerrada había minado su salud, y aunque trató de seguir adelante, la batalla la venció y un día se fue volando muy lejos, y nunca más se la vio.
 Después de mucho tiempo, el cazador que la hirió lloraba de arrepentimiento pero de nada valió; la alondra blanca no volvió, aunque  sigue estando en la memoria de todo aquel que la amó.



4 comentarios:

  1. Al leer tu relato, me parece adivinar en él dos lecturas: la estrictamente literal, tal cual se nos cuenta, y otra soterrada tras la apariencia de una parábola que le otorga a la historia un peso y una dimensión distintas. Esta dualidad enriquece el escrito, sin duda.

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  2. Las lagrimas no valen. Hay que pensar antes de disparar

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  3. Admiración y envidia, sentimientos encontrados en esta narración que da mucho que pensar.

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  4. La envidia es muy mala y por lo que sr puede ver aniquila almas me gusta tu cuento misterioso

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