Desde hace algún
tiempo sueño con ella día y noche, la busco con avidez en todas partes: en
internet, en todo lugar donde la pueda visualizar. Sueño con acariciarla,
besarla, entrar en sus más recónditos lugares, en cada rugosidad de su cuerpo,
sentir su perfume tan peculiar, su amor en forma de caricias. Cuando el aire me
trae su aroma, me deja embelesada. Esas formas que tiene su cuerpo me hacen
soñar con el pasado, cuando ella y yo íbamos de la mano caminando, codo con
codo, en cada amanecer y atardecer, nunca nos separábamos; ¡qué maravilla!, siempre que intento ir a ella
pasa algo y las ilusiones se me van entre los dedos de las manos, como agua
desvaneciéndose hacia lo más profundo de la tierra. Pero, en el futuro será
diferente, tengo un avestruz blanca y verde que ha prometido llevarme a ella,
si la alimento bien, estará con fuerzas para ayudarme a llegar al lado de mi
amada y cuando eso ocurra, ella acariciará mi cuerpo y yo el de ella. ¡Qué
felices vamos a ser las dos juntas, con todo lo que nos rodea, no quedará
rincón de tu dulce cuerpo que no acaricie, bese y visite, mis manos pasando de
tus pies a tu bella cabeza, recorriendo tus entrañas y tus montículos más altos,
mi querido corazón isleño, mi querida tierra palmera, mi cuna y mis recuerdos
¡a ti tierra bendita, te quiero y te amaré siempre!.
Vaya, nos llevabas engañados, pensando quién sabe qué cosas, y de pronto, ¡zas!, la sorpresa… De modo que se trataba de un amor patrio y que esa avestruz blanca y verde tiene motor y vuela. Ingenioso.
ResponderEliminarTienes una narrativa bien elaborada, que, de vez en cuando, no lleva al engaño, para luego darnos una doble satisfacción.
ResponderEliminarEsperamos muy ansiosos la llegada de esta bella princesa a nuestra isla palmera donde la queremos mucho.
ResponderEliminarMuy bonito lo que escribes sigue asi.
Un abrazo