Soy una alcantarilla
dulce y maliciosa, que hoy voy a ser entrevistada por una narradora de un taller
de literatura muy bueno
Después de los
saludos, le cuento lo maravilloso de vivir por estos lugares, con sus bonitos
canales, donde navegan toda clase de cosas, ¿y el olor?, delicioso y el aire
que se respira, con aromas que marean, es una gozada. Sus habitantes son seres alegres; corren sin parar de un lado
a otro, son muy graciosos con sus bigotes y colitas, están muy contentos aquí y
bien seguros, pues el susto que les dio el flautista de Hamelin no lo olvidan. Mientras
le hablo, la miro y creo que se ha constipado, ¡cómo no se quita el clínex de
la nariz!. Me da las gracias y se despide de mí; eso sí, no me da un besito:
cosa que me ha extrañado.
Como pez en el agua te mueves por el absurdo, le sacas brillo y nos lo presentas como si tal cosa. ¡Qué sucesos tan absurdamente maravillosos pasan en ese taller de literatura tan bueno del que nos hablas, Candelaria! Muy ingenioso.
ResponderEliminarMaravillosa entrevista a una alcantarilla olorosa. La despedida sin beso, pudo ser un despiste
ResponderEliminarMe ha gustado esta narración, pero, ¿no sería mejor que el beso te lo diera una bello doncel?. Mª Dolores.
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