Me fui de tiendas, me
compré un vestido de la talla 42, luego los zapatos del 37 y, al llegar a casa,
me dije:
-¡Qué tonta soy! eso
no me lo ponía ni cuando tenía veinte años menos.
No sé qué me pasa
estos días; será el eclipse de Luna que tuvimos. Hice la compra, la coloqué y… ¿el monedero?...Después
de mucho buscarlo, lo encontré en congelador
con todos los congelados que había comprado. ¿Por qué me pasarán a mí estas
cosas tan absurdas?.
Si te sirve de consuelo, aquí entre nosotras y sin que nadie se entere, también yo he vivido absurdos muy parecidos. ¡Lo genial es convertirlos luego en materia narrativa, como has hecho tú! Muy bien, Elda.
ResponderEliminarEn la compra imaginaria se pueden adquirir toda clase de absurdos, ¡eso es lo bueno!
ResponderEliminarLa Luna es muy picarona, seguro que te influyó. Hasta el toro se enemoró de ella. Mª Dolores.
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