Arriba en el ático, llegaron
a vivir, hace un par de años, dos dulces orangutanes la mar de guapos y
simpáticos, con un pelaje digno de admiración, ellos son, entre su especie, lo
mejor. Al principio, a veces, en medio de la noche me despertaban con sus
“grititos”y yo pensaba ¿qué les ocurrirá
a los pobres? ¿habrán comido? ¿se sentirán solos o tendrán miedo a la luna?.
Como los oía correr de un lado para otro, me preocupaba, pero con el tiempo, a
todo se acostumbra uno. Después, con ellos vino también un perro; un Husky
exactamente y claro, luego pensé que los ruidos eran de él…
Ellos celebran los
cumpleaños y las fiestas, como nadie, en la terraza jardín, se lo montan de lo
mejor, con taconeo y todo, y después les mira una al siguiente día o en las
reuniones de la comunidad y parecen dos angelitos, ¡hay que vivir en el lugar
para saber!.
Cada mañana se van a
su trabajo cogiditos de la manita hasta el portal, haciéndose toda clase de
arrumacos. Pero, cuando algo se estropea en su piso, al vecino de abajo le toca sufrir las
consecuencias, ¡hay que ver que de dulces y amorosos, nada! Para que llamen al
seguro y arreglar sus desperfectos, se convierten en dos demonios de lo más
desfavorecidos; hoy mis queridos gorilitas, sin pelo y todos calvos y
depilados. ¡Vivir para ver! dirían mis abuelos, mientras se harían la señal de
la cruz, pero yo sigo pensando que… son encantadores mis queridos vecinos.
Tener de vecinos a dos orangutanes a cargo de un perro, que a veces se convierten en gorilas calvos y depilados, no debe ser asunto fácil de llevar…¡de sólo imaginarme tal absurdo, me dan ganas de escribir un cuento!! Claro, exactamente como te pasó a ti…
ResponderEliminarAsí son los gorilas, a veces simpáticos y otras, no tanto. Aguantarlos debe ser poco divertido.
ResponderEliminarLos orangutanes son muy amorosos. Como dice la canción: el orangután y la orangutana......
ResponderEliminarMª Dolores.
Yo tambien tengo orangutanes. Tambien los quiero un monton.......
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