¡Qué lucha se nos ha
presentado esta tarde, tener que elegir entre opciones tan complicadas!. He
decidido volar como las palomas a ver si en este viaje discurría algo. Pienso
que tener un orangután en un piso será cosa complicada. Al recordar su figura,
cada vez lo veo peor: es muy feo y peludo.
Hasta que llegué a comprender que es un hombre que no se afeita si se
pela, en conclusión, es feísimo y da muy mala impresión.
Yo pensé en llevarlo a
la peluquería, se pelaba, se afeitaba y se vestía un buen traje que tuviese
bonita presencia, y él mismo se olvidaría de tan fea figura y aceptaría que es
un hombre, una persona normal. Lo llevaría a un baile o a una fiesta y quizás
lo pasara bien y vería su vida cambiada. Pero, si tiene compañera y es de sus
mismas condiciones, ya nada le podemos hacer, que siga su vida lo mejor que
pueda y en ese caso, me alegraría de que no estuviera solo, porque acompañado
la vida es mejor.
Pues pensando y pensando y planificando y planificando, has construido un relato del absurdo con moraleja final, ¡qué más se le puede pedir a la historia de un orangután!
ResponderEliminarSingular orangután el tuyo, tenias que haberle llevado al salón de belleza.
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