martes, 6 de mayo de 2014

EL ORANGUTÁN de Lucía Hernández



¡Qué lucha se nos ha presentado esta tarde, tener que elegir entre opciones tan complicadas!. He decidido volar como las palomas a ver si en este viaje discurría algo. Pienso que tener un orangután en un piso será cosa complicada. Al recordar su figura, cada vez lo veo peor: es muy feo y peludo.  Hasta que llegué a comprender que es un hombre que no se afeita si se pela, en conclusión, es feísimo y da muy mala impresión.
Yo pensé en llevarlo a la peluquería, se pelaba, se afeitaba y se vestía un buen traje que tuviese bonita presencia, y él mismo se olvidaría de tan fea figura y aceptaría que es un hombre, una persona normal. Lo llevaría a un baile o a una fiesta y quizás lo pasara bien y vería su vida cambiada. Pero, si tiene compañera y es de sus mismas condiciones, ya nada le podemos hacer, que siga su vida lo mejor que pueda y en ese caso, me alegraría de que no estuviera solo, porque acompañado la vida es mejor.





2 comentarios:

  1. Pues pensando y pensando y planificando y planificando, has construido un relato del absurdo con moraleja final, ¡qué más se le puede pedir a la historia de un orangután!

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  2. Singular orangután el tuyo, tenias que haberle llevado al salón de belleza.

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