Pasó un día que tenía
que haber sido de alegrías y así lo creímos, pero la vida siempre nos tiene una
sorpresa escondida.
Una fría mañana de
invierno, nos dirigíamos hacia el aeropuerto muy contentos, ilusionados
haciendo planes para la navidad. De repente, me empecé a sentir angustiada; una
sensación que no puedo explicar con palabras y comenté “yo no me voy”, me
quedo; me siento mal. ¿Pero qué tonterías estás diciendo si sólo son quince
días y vas a estar con tu familia? No te pongas triste cariño ahora que nos
vamos a despedir. ¡Qué palabras tan ciertas!.
¿Cómo puedo sentirme
ahora?. Me desperté una mañana con el pecho vacío, la cabeza oscura,
atormentada; no sabía el por qué pero es que me diste un golpe bajo, no sé
reaccionar, sólo sé ¡qué soledad tan fuerte! No se puede resistir.
Con el tiempo, veo un
punto de luz y recuerdo que lo que tú decías: por fuerte que sea la tormenta,
ya soplarán mejores vientos y verás las cosas de otro color.
Han pasado cinco años
y el blanco aún no lo veo.
Las fechas, los aniversarios, los números que parecen hablarnos, al oído, de melancolías y nostalgias. Las ausencias duelen; los recuerdos reconfortan: agárrate a ellos con fuerza. Un abrazo.
ResponderEliminarSeguro que soplaran vientos mejores. El recuerdo permanecerá pero cada vez será mas dulce.Un abrazo.
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